Podemos hacernos una idea de la gente que vive en un barrio solo con alzar la vista y observar el color de los toldos que hay en las terrazas.
Si paseamos por el barrio de cualquier ciudad española y apreciamos que la mayoría de los toldos son de color verde, podemos concluir que estamos en un barrio obrero o popular, con una población envejecida y con bastantes pisos de alquiler.
En cambio, si vemos que cada toldo es de un color diferente o que todos los toldos de una finca son del mismo color y forma, y los de la finca de al lado tienen otro diseño, podemos entender que estamos en un barrio construido en los últimos 20 o 30 años, con población joven y con abundancia de pisos en propiedad.
Esta apreciación forma parte de una disciplina que se llama antropología social. Una rama híbrida entre la antropología y la sociología que estudia la composición social concreta de las comunidades humanas.
Nos puede parecer una paparrucha, pero estudios de este tipo son tenidos en cuenta por las cadenas de hipermercados, para decidir si abren un centro comercial en un barrio determinado o por las aseguradoras de salud para determinar si es rentable abrir un centro médico privado en las inmediaciones.
También es una manera de conocer nuestra historia. La historiografía oficial reduce la historia a un conjunto de efemérides y rara vez tiene en cuenta cómo vivía la gente en un periodo histórico determinado. Comprender cómo ha evolucionado la ciudad en la que residimos nos ayuda a entender de dónde venimos y a valorar dónde estamos.
Esto lo podemos apreciar con detalles, en apariencia tan tontos, como el color predominante de los toldos de un barrio.
Los toldos verdes.
En el 2024 el arquitecto e investigador Pablo Arboleda publicó junto al fotógrafo Kike Carbajal el libro Toldo Verde. Un interesante estudio sobre el crecimiento de Madrid desde los años 50 hasta la actualidad, centrándose en el color de los toldos.
Pablo y Kike recorrieron los barrios populares de Madrid fotografiando la fachada de los bloques de pisos. Desde Vallecas hasta el distrito de San Blas. Desde Carabanchel hasta el Barrio del Pilar.
El verde continúa siendo el color predominante en estos barrios que crecieron en los años 60 y 70 por la migración que llegó del campo a la ciudad. El arquitecto enmarca este crecimiento urbanístico en el periodo del desarrollismo franquista. Un periodo en el que se desarrolla la industria hasta convertir España en la séptima potencia industrial del mundo y que absorbe la mayor parte de la mano de obra que subsistía como podía en el medio rural. Hasta 1955, España es principalmente un país agrario. En la actualidad, el 80% de la población vive en ciudades. Esta transformación social se produce entre los años 60 y 80.
Ante este movimiento migratorio, las ciudades no tienen más remedio que construir a marchas forzadas barrios de bloques de vivienda para alojar toda esta avalancha de trabajadores. Muchos de estos trabajadores, que venían de vivir en una casa de pueblo con un patio o con un corral, se dan cuenta de que el único espacio abierto que tiene sus nuevas moradas, no es más que una terraza en la que pega el sol, gran parte del día. Para poder aprovechar esta zona deben instalar un toldo enrollable.
Cuenta Ramón, que tenía una empresa familiar de fabricación de toldos en Madrid, que la demanda les superó. En unos pocos años pasaron a vender 5 veces más toldos de los que vendieron en años anteriores. A principios de los años 60, dice Ramón, que solo había 3 colores de lona para fabricar los toldos, y el verde fue el más solicitado por la gente.
El libro “Toldo verde” se centra en Madrid, pero se podría haber elaborado en cualquier ciudad de España. Los 20 años que van de 1960 a 1980 es cuando se configuran las ciudades tal y como las conocemos hoy en día. Cuando crecen y se conforman la mayor parte de los barrios.
Todos personalizados.
Si en la década de los 60 había una necesidad imperiosa de alojar a la población cómo fuera, en las dos décadas y media que llevamos del siglo XXI, la gente elige donde quiere vivir. Siempre relativizando esta afirmación. Ya que el precio que ha alcanzado la vivienda limita bastante las posibilidades de elección.
Pero digamos que ha habido un cambio de paradigma. En el momento en el que alguien compra una vivienda, pretende personalizarla. Quiere que se adapte a sus gustos y necesidades. Nadie quiere que su casa sea exactamente igual a la del vecino. Quiere darle un toque personal.
Por otro lado, los propios constructores compiten entre sí edificando viviendas diferentes. Creando todo un abanico de opciones donde el comprador puede elegir.
Esto lleva a los propietarios a buscar toldos que se adapten a sus preferencias y a las características de sus viviendas. Así lo señala María, una vecina de Barcelona, que contactó con Toldos Clot, una empresa de la ciudad condal que lleva más de 30 años fabricando e instalando toldos, para que le orientara y le diera una solución. Según cuenta María, el balcón de su piso es un poco complicado. Para darle sombra no le valía un toldo estándar, necesitaba una alternativa que se adaptara a su terraza y que a la vez le gustara.
Desde luego, en la actualidad hay más medios de los que se disponía en los años 60. Más colores, más diseños, más tipos de toldo (toldos rectos, toldos tipo telón, toldos encofrados, toldos con brazo articulado, toldos de capota o marquesina, etc.), pero es que en los toldos, como sucede con otros tantos productos, la personalización es la tónica dominante.
Otras opciones.
A día de hoy, en lo que se refiere a soluciones para dar sombra a una terraza o cualquier zona exterior de una vivienda, disponemos de otras alternativas, además de los toldos. Algo que también ha cambiado desde la época de los toldos verdes. Estas son las más utilizadas:
- Parasoles. Los parasoles son una sombrilla plegable que crea una zona amplia de sombra bajo la cual podemos instalar muebles de jardín. En cierto modo están inspiradas en las sombrillas de las terrazas de los bares, pero suelen ser más grandes, tienen un mejor acabado y no llevan publicidad. Es una opción interesante para terrazas grandes, como puede ser la de un ático, o para viviendas con jardín.
- Pérgolas. Las pérgolas son un techado plano, que puede tener una cierta inclinación, sujetado sobre 4 postes, que quedan fijos creando una zona cubierta. Es una opción versátil, ya que existen diferentes tipos de pérgolas (de techo corredero, apoyada en la fachada como si fuera un porche, etc.) Unas de las más populares son las pérgolas bioclimáticas. Estas pérgolas cuentan con unas láminas regulables en el techo, que permiten controlar la cantidad de luz que entra en la zona y la temperatura.
- Velas. Las velas son una alternativa que permite crear un espacio sombreado a medida. Es la opción más personalizable. Consiste en una lona tensada por cuatro puntos de anclaje y estirada, cuando sea necesario, por cuerdas. Dentro de las posibilidades concretas de la terraza, el cliente puede escoger la altura a la que se instala, la inclinación y hasta la forma de la misma.
Cómo elegir el toldo adecuado.
La revista de decoración El Mueble indica que para escoger el toldo adecuado debemos tener en cuenta criterios como el tipo de lona, la estructura, el color, la orientación con respecto al sol, y por supuesto las características particulares de la terraza.
En cuanto a los tipos de lona, la lona acrílica es resistente al sol, por lo que es adecuada para lugares muy soleados, mientras que la lona PVC lo es frente a la lluvia y al viento.
En cuanto a la estructura, ya hemos señalado que existen diferentes tipos de toldo. Los toldos con brazo articulado tienen una mayor solidez y permiten controla mejor la inclinación del toldo, mientras los toldos rectos (los clásicos) tienen la caída que les permiten los brazos en los que se apoyan, que por lo general coinciden con la anchura de la terraza. Por otro lado, en los todos sin cofre, la lona queda expuesta una vez se ha enrollado, mientras los encofrados disponen de un cajetín donde lona y mecanismo quedan protegidos.
Elegir bien el color del toldo es importante no solo por razones estéticas. Los toldos de colores claros, como puede ser un toldo blanco, beige, amarillo o con rayas marineras, ayudan a mantener más fresca la zona sombreada. En cambio, son menos resistentes a la agresión del sol que las lonas gruesas de colores oscuros, como el verde o el azul marino, que bloquean la entrada de luz solar.
De hecho, los expertos recomiendan que cuando una terraza sea muy soleada, son más adecuados estos últimos, aunque su color sea menos vistoso.





